PRIMERA CONSIGNA
Inteligencia, porque el Templarismo no quiere soldados ciegos o ignorantes que marchen a impulsos de la voluntad ajena, ni cuando se les diga: Marchad!; los Templarios no somos ovejas, tenemos una misión que desempeñar, es preciso que la comprendamos bien y que estemos seguros si estamos listos para recibir y asumir ese compromiso. No es el Fanatismo lo que valora la Orden; es el sentimiento del deber apoyado sobre la Razón lo que debemos cultivar para ser útiles a la sociedad.
SEGUNDA CONSIGNA
Rectitud, porque no queremos sendas tortuosas, ni actos que la conciencia pueda reprobar; el fin es noble y grande, y es preciso marchar hacia él sin titubear. No queremos condicionar la conciencia, ni tenemos restricciones mentales, debemos ser equitativos y rectos en todos nuestros actos, pues el Templarismo no quiere triunfos comprados, favores comprometidos, o acciones interesadas; queremos rectitud en la vida privada, rectitud en la vida pública, y rectitud en la vida Templaria, regla invariable del Investido en todas las ocasiones y en todas sus circunstancias.
TERCERA CONSIGNA
Valor. ¿Por qué vamos a ocultar a nuestros hermanos los peligros a los que pueden estar expuestos, los odios que contra ellos se suscitan y las discriminaciones de las que puedan ser objeto?
En la lucha siempre viva, que algunas veces tratamos de sostener por nuestros ideales, necesitamos valor para soportar; y el valor es indispensable para un Templario, para su lucha personal y para su lucha junto a sus hermanos.
CUARTA CONSIGNA
Prudencia, no es justo que al exponer nuestro reposo, fortuna y vida expongamos las de nuestros hermanos por una indiscreción. El Templarismo no quiere fanfarronadas, ni demostraciones inútiles o vanidosas, los Templarios necesitamos de la prudencia reflexionada y conciente, que va siempre a un punto trazado, sin arrojarse locamente a empresas fútiles.
La Orden del Temple quiere que se esparza el Ideal, que se fecundice sin descanso ni treguas y cuando el momento de la oportunidad se presente se haga triunfar, pero no quiere que suenen las trompetas de la victoria sin haber llegado la hora de recoger los laureles.
QUINTA CONSIGNA
Amor a la Humanidad, Cristo es la piedra angular del edificio que estamos obligados a levantar: ¡Amor a la humanidad y lo creado! Es a ella a quien todo debe consagrarse, ¡Atrás el egoísmo! ¡Fuera los pensamientos de personalidad! ¡Como Templarios debemos inclinarnos ante el interés general!, lección sublime en que se enseña a que todo sentimiento individual debe absolverse en el amor a la humanidad y que el bienestar de los hombres es el único objeto de los esfuerzos constantes del verdadero Caballero Templario.
SEXTA CONSIGNA
Respeto, los Templarios nos conducimos con esta norma y nos ganamos el respeto, siendo recíprocos hacia los demás en la misma condición, respetamos lo que se oye o lo que se dice, aunque no lo compartamos, si queremos que nos respeten, primero lo hacemos nostros. El principio de respeto es lo que practicamos desde un inicio como Templarios, sin este principio es como deambular por el mundo haciendo algo sin sentido y sin la seriedad necesaria. En el Templarismo se aprende a aplicar los conocimientos adquiridos y a desarrollar un comportamiento respetuoso de los valores morales y caballerescos, a medida que un Templario evoluciona en la Orden es cuando un Caballero aprende a respetar la palabra de otro Caballero.
SEPTIMA CONSIGNA
Fidelidad, ser fiel a una idea o a una Orden es una virtud que no todos alcanzan, no es solo una palabra que encierra un significado abstracto, es una fuente inagotable es real e inalterable. Cuando nos investimos, prometemos fidelidad, a la Orden, a nuestra familia a nuestra vida y trabajo, el Templarip es fiel en todo momento, es consecuente y leal, dentro y fuera del Templo, somos fieles al legado recibido, a la tradición, a la formación caballerezca y sus reglas. Los Templarios somos fieles a nuestros hermanos, las batallas se ganan primero con el fiel cumplimiento a las órdenes de nuestro Comendador, Prior o Gran Maestre.
OCTAVA CONSIGNA
La obediencia, como miembros de una Orden Caballeresca, estamos sujetos al estricto cumplimiento de las Antiguas obligaciones y a las Reglas de San Bernardo de Claraval, la obediencia de un Templario es el reflejo absoluto y el ejemplo de su posición en el Templo y ante sus hermanos, dando el ejemplo con su comportamiento y demostrando así mismo y a Dios, que compromete su espada y su honor a la Orden, al cumplimiento estricto de las reglas y obediencia a su pertenencia.
NOVENA CONSIGNA
Humildad, la Orden del Temple, transmite a los Caballeros Templarios el despertar iniciático, en un camino completo y notable, los Templario trabajamos en nosotros mismos, nos despojamos del ego y la soberbia, del protagonismo y la necedidad de sobresalir. Todas las acciones de un Caballero, todos sus logros, todas sus hazañas, no le pertenecen, el Templario no se vanagloria de sus actos ni de su conocimiento, el éxito y el fracaso pertenecen a la Orden, no existe la individualidad, las acciones de un Templario, son para Gloria de Dios y la hermandad.
Inteligencia, porque el Templarismo no quiere soldados ciegos o ignorantes que marchen a impulsos de la voluntad ajena, ni cuando se les diga: Marchad!; los Templarios no somos ovejas, tenemos una misión que desempeñar, es preciso que la comprendamos bien y que estemos seguros si estamos listos para recibir y asumir ese compromiso. No es el Fanatismo lo que valora la Orden; es el sentimiento del deber apoyado sobre la Razón lo que debemos cultivar para ser útiles a la sociedad.
SEGUNDA CONSIGNA
Rectitud, porque no queremos sendas tortuosas, ni actos que la conciencia pueda reprobar; el fin es noble y grande, y es preciso marchar hacia él sin titubear. No queremos condicionar la conciencia, ni tenemos restricciones mentales, debemos ser equitativos y rectos en todos nuestros actos, pues el Templarismo no quiere triunfos comprados, favores comprometidos, o acciones interesadas; queremos rectitud en la vida privada, rectitud en la vida pública, y rectitud en la vida Templaria, regla invariable del Investido en todas las ocasiones y en todas sus circunstancias.
TERCERA CONSIGNA
Valor. ¿Por qué vamos a ocultar a nuestros hermanos los peligros a los que pueden estar expuestos, los odios que contra ellos se suscitan y las discriminaciones de las que puedan ser objeto?
En la lucha siempre viva, que algunas veces tratamos de sostener por nuestros ideales, necesitamos valor para soportar; y el valor es indispensable para un Templario, para su lucha personal y para su lucha junto a sus hermanos.
CUARTA CONSIGNA
Prudencia, no es justo que al exponer nuestro reposo, fortuna y vida expongamos las de nuestros hermanos por una indiscreción. El Templarismo no quiere fanfarronadas, ni demostraciones inútiles o vanidosas, los Templarios necesitamos de la prudencia reflexionada y conciente, que va siempre a un punto trazado, sin arrojarse locamente a empresas fútiles.
La Orden del Temple quiere que se esparza el Ideal, que se fecundice sin descanso ni treguas y cuando el momento de la oportunidad se presente se haga triunfar, pero no quiere que suenen las trompetas de la victoria sin haber llegado la hora de recoger los laureles.
QUINTA CONSIGNA
Amor a la Humanidad, Cristo es la piedra angular del edificio que estamos obligados a levantar: ¡Amor a la humanidad y lo creado! Es a ella a quien todo debe consagrarse, ¡Atrás el egoísmo! ¡Fuera los pensamientos de personalidad! ¡Como Templarios debemos inclinarnos ante el interés general!, lección sublime en que se enseña a que todo sentimiento individual debe absolverse en el amor a la humanidad y que el bienestar de los hombres es el único objeto de los esfuerzos constantes del verdadero Caballero Templario.
SEXTA CONSIGNA
Respeto, los Templarios nos conducimos con esta norma y nos ganamos el respeto, siendo recíprocos hacia los demás en la misma condición, respetamos lo que se oye o lo que se dice, aunque no lo compartamos, si queremos que nos respeten, primero lo hacemos nostros. El principio de respeto es lo que practicamos desde un inicio como Templarios, sin este principio es como deambular por el mundo haciendo algo sin sentido y sin la seriedad necesaria. En el Templarismo se aprende a aplicar los conocimientos adquiridos y a desarrollar un comportamiento respetuoso de los valores morales y caballerescos, a medida que un Templario evoluciona en la Orden es cuando un Caballero aprende a respetar la palabra de otro Caballero.
SEPTIMA CONSIGNA
Fidelidad, ser fiel a una idea o a una Orden es una virtud que no todos alcanzan, no es solo una palabra que encierra un significado abstracto, es una fuente inagotable es real e inalterable. Cuando nos investimos, prometemos fidelidad, a la Orden, a nuestra familia a nuestra vida y trabajo, el Templarip es fiel en todo momento, es consecuente y leal, dentro y fuera del Templo, somos fieles al legado recibido, a la tradición, a la formación caballerezca y sus reglas. Los Templarios somos fieles a nuestros hermanos, las batallas se ganan primero con el fiel cumplimiento a las órdenes de nuestro Comendador, Prior o Gran Maestre.
OCTAVA CONSIGNA
La obediencia, como miembros de una Orden Caballeresca, estamos sujetos al estricto cumplimiento de las Antiguas obligaciones y a las Reglas de San Bernardo de Claraval, la obediencia de un Templario es el reflejo absoluto y el ejemplo de su posición en el Templo y ante sus hermanos, dando el ejemplo con su comportamiento y demostrando así mismo y a Dios, que compromete su espada y su honor a la Orden, al cumplimiento estricto de las reglas y obediencia a su pertenencia.
NOVENA CONSIGNA
Humildad, la Orden del Temple, transmite a los Caballeros Templarios el despertar iniciático, en un camino completo y notable, los Templario trabajamos en nosotros mismos, nos despojamos del ego y la soberbia, del protagonismo y la necedidad de sobresalir. Todas las acciones de un Caballero, todos sus logros, todas sus hazañas, no le pertenecen, el Templario no se vanagloria de sus actos ni de su conocimiento, el éxito y el fracaso pertenecen a la Orden, no existe la individualidad, las acciones de un Templario, son para Gloria de Dios y la hermandad.